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La peor pandemia es el machismo 

Hora Cero

24 Nov 2020

Durante todo este año un virus se tomó los titulares de los medios de comunicación y centró nuestra atención en la fragilidad de nuestra propia especie y el mundo que hemos construido. Mientras las grandes economías compiten por conseguir una vacuna que se distribuya en el mundo entero; las otras pandemias que sufre nuestra sociedad continúan llevÔndose la vida de miles de personas, y para erradicarlas no podemos soñar con la posibilidad de una vacuna.

 

En el mundo, cada dĆ­a son asesinadas 137 mujeres a manos de sus propios familiares o miembros de su entorno cercano. De forma sistemĆ”tica y durante siglos, la violencia machista sigue siendo la principal causa de muerte para las que cometieron el supuesto delito de ser mujeres. Hablamos de un mal tan antiguo, que esas cifras ya no generan titulares alarmantes ni paralizan el mundo. Es mĆ”s fĆ”cil indignarse por los daƱos a un monumento, que sentir repudio por el que una niƱa sea violada por su padre, o que una mujer sea asesinada por su pareja. En AmĆ©rica Latina, segĆŗn cifras de la ONU, 1 de cada 3 mujeres han sufrido violencia fĆ­sica o sexual. Por desgracia, para el machismo no hay vacuna y los paĆ­ses no compiten desesperados para obtener una solución para un problema que acaba con la vida de miles de mujeres cada aƱo.

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"Para el machismo no hay vacuna"

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El solo hecho de nombrar la opresión del sistema patriarcal despierta la furia de muchos, y aterra, principalmente, a quienes temen perder el privilegio que consideran les ha sido dado por la naturaleza, para decidir sobre la vida y el cuerpo de las mujeres.  No es casualidad que en la discusión sobre el aborto en Nicaragua fueran consultados pastores y sacerdotes, y se dejaran de lado los reclamos de organizaciones feministas y de derechos humanos. La Ley 779 contra la violencia hacia las mujeres hizo que muchos entraran en pĆ”nico, y los polĆ­ticos asustados no dudaron en reformarla para dejarla convertida en una caricatura de sĆ­ misma.

En lo que va del aƱo 69 mujeres han sido asesinadas en nuestro paĆ­s, una cifra alarmante comparada con los aƱos anteriores, pero cualquier cifra es alarmante porque ninguna mujer deberĆ­a morir a manos de su novio, de su esposo, de su padre, de nadie. Ninguna niƱa deberĆ­a ver truncada su infancia para ser madre. Y contrario a lo que los medios quieren hacernos creer, ninguno de esos homicidas o violadores sufren de alguna extraƱa enfermedad ni de ningĆŗn virus que los vuelva asesinos de mujeres, tampoco han perdido la cabeza, al contrario, estĆ”n muy sanos, muy conscientes del derecho que la sociedad les ha dado para matar impunemente, para violar sin temer las consecuencias. La complicidad de la sociedad frente a la violencia se ha traducido en las polĆ­ticas de Estado que han desamparado a las mujeres durante dĆ©cadas. 

 

Mientras cientos de mujeres en el mundo se deben confinar junto a sus agresores para salvaguardar su vida de un nuevo virus, otra pandemia, mucho mƔs antigua, sigue llevƔndose la vida de miles sin que nadie parezca alarmarse.

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