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La eterna resistencia del pueblo miskitu 

FƔtima Villalta

22 Dic 2020 

La historia del pueblo miskitu (o miskito como aparece en alguna literatura) podría ser una de esas tantas epopeyas que narran el origen de una estirpe y la lucha por su sobrevivencia. La diferencia entre los pueblos indígenas y esos grandes referentes como la Ilíada o el éxodo de los judíos, es que de los primeros ha quedado muy poco de lo originalmente escrito, si es que se escribió algo. La memoria de los miskitus pertenece entonces a la tradición oral, y a lo que la historia oficial ha querido contar sobre ellos, que siempre ha sido muy poco.


Los miskitus nunca fueron conquistados y su derecho sobre la tierra y el mar continúa vigente. Desde hace 500 años han librado una batalla contra las distintas formas de conquista que por acción y omisión han puesto en peligro su propia sobrevivencia: desde la colonización inglesa, hasta los diferentes proyectos del Estado-Nación, pasando por Zelaya, la dictadura Somocista, la Revolución Sandinista y la época actual. La relación de los pueblos indígenas con la autoridad -ya sea la de la colonia o la del Estado- nunca ha sido un encuentro amistoso ni pacífico, sino una lucha contra la imposición de los ideales de raza o ante las buenas intenciones del progreso y el desarrollo, que se traducen a veces en el aniquilamiento de una cultura, si no es que es ese el objetivo inicial.


Si queremos ver un poco mÔs allÔ, debemos leer la historia de Nicaragua a la luz de la existencia de dos naciones: la del Pacífico-Centro y la de la Costa Caribe, siendo la primera quien cuenta la historia de la segunda. Lo que queda en los libros de textos escolares son breves destellos de una cultura lejana, folklorizada como atractivo turístico, llena de fotografías del Palo de Mayo, casitas de madera, niños descalzos y sonrientes señores pescadores. SelvÔtica y llena de recursos pero inexplicablemente pobre, esa era la síntesis que hacíamos después de 11 años de educación bÔsica, donde la Costa Caribe, los pueblos indígenas y afrodescendientes ocupaban, en el mejor de los casos, un par de pÔginas.


Existe un consenso, en la vida cotidiana y en los libros, sobre lo condenable que fue la Conquista, mÔs por un sentimiento nacionalista y por el dolor ante el despojo de las riquezas, que una condena real sobre el atroz sometimiento de los pueblos indígenas. No nos percatamos que en los libros de texto, el gen del conquistador había mutado en el afÔn civilizatorio de la construcción del Estado, no querían que viéramos como el mestizo podía comportarse de la misma manera que el vil español del que se independizó.


Dora MarĆ­a TĆ©llez escribió su tesis de historia sobre el sometimiento de las tierras indĆ­genas de Matagalpa y Jinotega causadas por el Estado nicaragüense entre los aƱos 1820 a 1890, la tituló: ā€œMuera la gobiernaā€.  Esa frase resumĆ­a el clamor de los indĆ­genas ante un gobierno que actuaba como los monarcas de los que alguna vez escucharon. Tan lejana y tan atroz, la gobierna los sometió a trabajos forzados para llevar a cabo carreteras o la instalación del tendido del cable telegrĆ”fico. En un siglo, la cercanĆ­a geogrĆ”fica con los centros administrativos del nuevo Estado lograron hacer con las comunidades indĆ­genas de Matagalpa y Jinotega, lo que todavĆ­a no han podido hacer con los indĆ­genas del Caribe: obligarlos a olvidar su idioma, volverlos mestizos y transformarlos de indios a campesinos sin tierra.

 

No es mi intención hacer un recuento de las veces que el pueblo miskitu ha sido sometido por distintos monarcas o gobernantes, sino, seƱalar que entre la conquista y el estado moderno, las cosas en la prĆ”ctica no han cambiado demasiado para los pueblos indĆ­genas. El desprecio, el racismo y la condescendĆ­a de la Corona han sobrevivido en las buenas intenciones del desarrollo y el progreso. QuizĆ”s el caso mĆ”s reciente y dramĆ”tico, fue lo que sucedió con la Revolución Sandinista y su incapacidad para comprender las demandas de autonomĆ­a del pueblo miskitu. En palabras de Bernard Nietschmann[1], uno de los geógrafos que mejor llegó a conocer la Costa Caribe, el Frente Sandinista pretendĆ­a ā€œrescatarā€ a los miskitus para incorporarlos a la revolución, su idea consistĆ­a en "desaculturar" a los indĆ­genas para que dejaran su lengua, su cultura, su historia, su auto-gobierno, su territorio y recursos de mar y tierra, sus sistemas económico y social, su propiedad comunal y se convirtieran en campesinos "nicaragüenses", que serĆ­an dirigidos por la vanguardia sandinista. Para el FSLN los pueblos indĆ­genas sólo serĆ­an "revolucionarios" si abandonaban su identidad, cultura, nacionalidad, historia, gobierno, territorio y recursos.


El trabajo de Bernard Nietschmann[2] como geógrafo y el de Gilles Bataillon[3] como antropólogo y conocedor de los grupos armados en la Costa Caribe en los aƱos 80’s, nos develan los claroscuros de una guerra que darĆ­a inicio en 1981 y durarĆ­a 9 aƱos.


En la actualidad, los miskitus viven una nueva guerra que se ha agravado en los últimos años, una que ya no atrae a las cÔmaras internacionales pero que tiene el mismo objetivo que las anteriores: desplazarlos y depredar sus tierras ancestrales. Desde la Ley de Autonomía decretada en 1987 hasta la Ley 445 sobre la Propiedad Comunal de los Pueblos Indígenas del Caribe[4], aprobada en el año 2002, las victorias legales no han significado cambios importantes en la batalla que enfrentan los miskitus ante la alianza de colonos, el ejército y las autoridades locales para negociar con tierras de propiedad comunal, aunque la ley lo impida.

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El Estado y las instituciones, pese a los acuerdos ya firmados, han decidido darles la espalda a las comunidades miskitas y le han abierto los brazos a los planes de ganadería y agricultura extensiva de los colonos, aunque esos planes pasen por encima de reservas, Ôreas protegidas y tierras comunales. La razón que hay detrÔs de todas esas acciones, es la vieja y antigua razón, de creer que los miskitus y los pueblos indígenas estÔn desprovistos de derechos, y que su relación con la tierra y la naturaleza es la evidencia de un pensamiento atrasado, que no ve en el bosque una oportunidad de negocio, sino un espacio para vivir. Los colonos, que no son mÔs que ex militares y terratenientes[5] con poder económico y político, son los emisarios del desarrollo en la Costa Caribe, no importa que tengan que hacerlo llegar a través de las balas.


En diciembre del año 2017, la Alianza de Pueblos Indígenas y Afrodescendientes de Nicaragua (APIAN) realizó un informe[6] sobre la situación de los derechos territoriales de los mismos. En resumen, denunció la inoperancia del Estado y la poca o nula voluntad que tenía de hacer cumplir la Ley 445. En el Capítulo XXII de la Ley, el estado se compromete a iniciar un proceso de saneamiento en relación a las personas ajenas que habitaban los territorios protegidos o que formaban parte de las propiedades comunales.


En el año 2005, el pueblo miskitu representaba el principal grupo étnico de la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte (RACCN) pero debido a la migración interna y el desplazamiento forzado, se calcula que los habitantes mestizos o colonos son la mayoría, lo problemÔtico de estas estimaciones es que no existe un censo de población reciente. APIAN también denuncia en su informe la deforestación causada por empresas mineras y forestales en la Reserva de Biosfera de Bosawas y la invasión a la Reserva Biológica de Indio Maíz. Por último, hace énfasis en los asesinatos a los defensores de los territorios indígenas, ademÔs de la persecución y amenazas constantes que enfrentan.


Desde el aƱo 2015, la violencia contra las comunidades miskitus no ha hecho mƔs que aumentar[7], tanto asƭ que el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) junto al Centro por la Justicia y Derechos Humanos de la Costa AtlƔntica de Nicaragua (CEJUDHCAN) emitieron un informe en marzo de este aƱo[8], para encender las luces de alarma sobre la terrible crisis humanitaria que viven los miskitus. Solo durante la primera mitad del 2015 se produjeron 22 incidentes de violencia que incluyen ataques armados. El saldo de estos ataques fueron siete comunitarios asesinados, cuatro desapariciones y 16 personas heridas incluyendo niƱos y adolescentes.


Nuestro país experimenta una de las peores crisis sociopolíticas de su historia reciente desde abril del 2018, la violencia en las comunidades indígenas comenzó desde mucho antes, pero es innegable que la crisis que atraviesa nuestro país agrava la situación de abandono e impunidad en la que siempre han vivido. La recopilación de historias que hace el CEJIL para ilustrar la gravedad de la violencia que viven los miskitus, incluye secuestros, amenaza de asesinato contra familias o exterminio de poblaciones enteras, desmembramientos y decapitaciones. Mientras todo esto sucede, la policía, el ejército y el Estado de Nicaragua, han hecho poco o nada para detener esta ola de violencia, al contrario, propician la violencia debido a la impunidad.


De acuerdo con información recopilada por el CEJUDHCAN, mÔs de tres mil personas han sido desplazadas a comunidades cercanas, principalmente en Honduras y otras migraron a Puerto Cabezas. El Estado no ha adoptado ninguna medida específica para atender esta situación humanitaria. Muchos de los que no se han marchado, han sido amenazados para no continuar haciendo uso de sus parcelas, su único medio de sobrevivencia.


ā€œLos colonos no juegan, de ser posible asesinarĆ”n hasta al Ćŗltimo miskituā€ ese fue el mensaje que debió transmitir uno de los comunitarios de Santa Fe al ser secuestrado por un grupo de colonos. SegĆŗn Nietschmann, los mikitus han peleado once guerras importantes, la mayorĆ­a han tenido que ver con el acceso a sus territorios y recursos. Han pasado casi 200 aƱos desde que EspaƱa se retiró de CentroamĆ©rica, y desde entonces han sido vendidos, intercambiados, incorporados, reincorporados y robados muchas veces. Solo la pronta recuperación del Estado de Derecho y el legĆ­timo interĆ©s por el bienestar de los pueblos indĆ­genas podrĆ” poner fin a esta guerra.

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Referencias

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[1]  Bernard Nietschmann (1995) Conservación, autodeterminación y el Ɓrea Protegida Costa Misquita, Nicaragua. Revista MesoamĆ©rica.

[2]  Between Land and Water: The Subsistence Ecology of the Miskito Indians (1973) The Unknown War: The Miskito Nation: Nicaragua, and the United States (1989)

[3]  Gilles Bataillon (2015) Crónica de una guerrilla: Nicaragua 1982-2007

[4] Ley No. 445, Ley del RĆ©gimen de Propiedad comunal de los Pueblos IndĆ­genas y Comunidades Ɖtnicas De Las Regiones Autónomas de la Costa AtlĆ”ntica de Nicaragua y de los rĆ­os Bocay, Coco, Indio y MaĆ­z, La Gaceta, Diario Oficial No. 16 del 23 de enero de 2003. Disponible en: https://www.poderjudicial.gob.ni/pjupload/costacaribe/pdf/Ley_445.pdf

[5] Confidencial: Corrupción y muerte en territorio Miskito: Disponible en: https://confidencial.com.ni/corrupcion-muerte-territorio-miskito/

[6] Alianza de Pueblos IndĆ­genas y Afrodescendientes de Nicaragua (2017) Informe sobre la Situación de los Derechos Territoriales de los Pueblos IndĆ­genas y Afrodescendientes de Nicaragua. Disponible en: https://www.calpi-nicaragua.com/informe-apian-nicaragua-2017/

[7] Confidencial: Salvajismo, crueldad y abandono en territorios indigenas del Caribe. El infierno de los miskitos. Disponible en: https://confidencial.com.ni/infierno-los-miskitos/

[8] Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (2018) Resistencia miskitu: una lucha por el territorio y la vida. Disponible en:https://cejil.org/es/informe-resistencia-miskitu-una-lucha-territorio-y-vida

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